domingo, 17 de febrero de 2008

¿Celebrar con dignidad? Escisión kosovar en el corazón de Europa

Hoy estamos en un día de los que se marcan en el calendario de la historia. Se ha escrito un nuevo capítulo en la desintegración de la antigua Yugoslavia. El último paso para la ruptura de ese englomerado de culturas, religiones y pueblos que acabaron matándose con la mirada para otro lado de la Europa unida.

Kosovo ha proclamado su independencia de Serbia, de manera unilateral, y con las banderas albanesa, y esto es importante, la norteamerica ondeando por sus calles. Porque en diversos movimientos de este tipo la clave de su éxito está en el apoyo o no del Tio Sam, que es a fín de cuentas quién marca con su batuta la música de este mundo. Con la bandera de las barras y las estrellas en una mano, y el Corán en la otra, mandó Marruecos su Marcha Verde para invadir el Sáhara Occidental, mientras Franco agonizaba en Madrid. Con las barras y estrellas de su lado, Aznar mandó enviar de vuelta a casa a estos mismos marroquíes del islote Perejil, suceso mucho más importante en nuestra historia reciente de lo que muchos quieren ver, pues estaba en juego nuestra integridad territorial.

Y así muchos otros ejemplos de lo importante que es estar junto a la más antigua democracia del mundo, que nos guste más o menos, dirige el cotarro, mientras en Europa nos dedicamos a aburrir a la gente con falsas Constituciones, con excesiva burrocracia y demasiado olvido de los problemas reales de la gente, lo que sigue generando esa desilusión hacia la integración comunitaria, quedándose sólo que con el euro no llegan a final de mes, que es verdad.

En esto Europa se juega mucho, y de nuevo no lo ha hecho todo lo bien que debería. Hemos sido meros espectadores, y de nuevo, sin una voz común. No vale con un mercado único y con el euro. Como diría zetapé, "vivimos juntos, decidimos juntos", pero por el contrario, cada presidente ha salido diciendo una cosa, y mientras que la mayoría de Europa está de acuerdo con la segregación, España la rechaza con la boca pequeña.

Y aunque puede ser comprensible el deseo del pueblo albano-kosovar de terminar de desligarse del estado serbio que tanto le ha hecho sufrir durante décadas, movimientos como este pueden provocar una nueva balcanización en Europa, y como ha dicho el espía Putin, dar más fuerza a aquellos que reivindican la autoderteminación de diversas zonas no sólo de Rusia, sino también de Italia, Francia, y lo que nos afecta directamente, España. Y sin olvidarnos de la casi inevitable ya división de Bélgica en dos.

El problema es simple: ¿dónde se pone el límite? ¿Kosovo sí, pero Cataluña No, gracias? ¿Con que cara decimos esto al mundo cuando no tenemos ningún respaldo internacional? Perdón, tenemos a la alianza de civilizaciones (con Z de Zapatero). Como siempre, no aprendemos de lo errores, y lo que supone el fín de la disgregación yugoslava, puede ser el principio de otras, si no se hacen las cosas bien, y si no tenemos de nuestro lado al amigo norteamericano.

Ahora queda esperar que la nueva república kosovar no se convierta en un estado islamista radical, y que las misiones internacionales sigan velando porque la zona se mantenga en paz. Mientras tanto, el gobierno pedía a sus ciudadanos "celebrar con dignidad", por lo mal que quedaría ante el mundo una celebración escopetas en alto y con disparos al aire. Para ello, ya hemos visto una tarta gigante, y las banderas albanesas, a falta de que los parlamentarios anunciaran tras la proclamación de independencia los nuevos símbolos de la nación.