Este artículo ha sido publicado en La Tribuna de "La Verdad de Murcia" el 7 de septiembre de 2009. Las imágenes son de las que estamos acumulando entre las asociaciones pro-patrimonio, realizadas por nosotros mismos.
Los que hemos aguantado en la capital regional el calor de agosto, hemos podido ver hace unos días cómo la pala acababa con el Palacete Ponce, que muchos conocerán como la casa de Jara Carrillo, junto al inicio del Paseo del Malecón.
En ruina desde hace años, todos hemos visto cómo se ha dejado perder otro edificio histórico, derruido ahora con la razón de los peligros que acarreaba y del estado insalvable al que había llegado este Bien de Interés Cultural.
Pero no se habría alcanzado esta situación sin la desidia y la dejadez de las administraciones, que tendrían que haber velado por el cumplimiento estricto de la legalidad, no permitiendo que un edificio de estas características, haya acabado así. Todos podemos ver cómo en muchas construcciones se obliga a conservar las fachadas a la hora de reconstruir edificios. Todos podemos ser sancionados si de nuestra casa cae una teja, una maceta o cualquier otro objeto a la vía pública. Pero también todos hemos podido ver cómo se han dejado perder impunemente algunos de los elementos más significativos de nuestro patrimonio. La lista es larga, pudiendo remontarnos a los propios baños árabes de la Calle Madre de Dios y acabando con el Molino de Oliver, en Aljucer.
Los restos que están apareciendo en el Jardín de San Esteban pronto pasarán a formar parte de esta lista, si nadie lo remedia. Como mucho, se conservará algo en una esquina del parking, de la misma forma que se dejó un torreón de la muralla en el aparcamiento de la Glorieta, o de los restos milenarios de Joven Futura, que podrían cambiar los libros de historia llevándonos a la Murcia romana que muy pocos quieren ver.
Pero parece que todo esto no es importante. Lo que sí centra más interés es llamar la atención turística con campañas menos típicas, ya que las «piedras viejas» están muy vistas y de ellas hay en muchos sitios, según creen algunos.
Seguimos entubando acequias, aunque no dudamos en traer a Toyo Ito para que diseñe un jardín que las rediseñe y las traiga de nuevo a nuestra ciudad. ¿Para qué conservar las originales pudiendo tener copias mucho más caras?
Acabamos con zonas enteras de huerta, pero importamos cientos de palmeras tropicales para las nuevas avenidas, aunque no tengan nada que ver con las que estábamos acostumbrados a ver antes de que las grúas fueran el nuevo skyline murciano.
Nos empeñamos en buscar un estereotipo, cuando el mayor de los expertos en la materia nos ha tenido que cantar que es imposible encontrarlo. Y puede que sea cierto, porque habría pocos adjetivos para calificar lo que, por desgracia, nos estamos acostumbrando a ver en Murcia.
Aunque también hay una luz para la esperanza. Poco a poco se van dando pasos para proteger el patrimonio, y conseguir conservar algunos bienes que si desaparecieran sería como arrancar páginas enteras de nuestra historia. Incluso se están restaurando algunos elementos, ya desde las propias administraciones, o con la iniciativa de asociaciones que dedican su tiempo y esfuerzo a que no se pierda aquello que nos identifica como murcianos, todo aquello que las generaciones futuras deberían poder conocer y disfrutar.
Nuestra apuesta es creer en una Murcia habitable, que aprenda de su historia para diseñar su futuro, una Murcia que no renuncie a su pasado pero tampoco a sus posibilidades de desarrollo, sin que ello suponga tener que pasar con la pala por cada lugar que conocieron nuestros abuelos.
Pedro Jesús Fernández
es presidente de la Asociación Juvenil Villa de Aljucer y miembro del Colectivo de Asociaciones Pro-Patrimonio.
1 comentario:
¿Y del Club Remo nadie dice nada? No es justo.
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