lunes, 5 de noviembre de 2007

Cruzar el Estrecho sin salir de España

Cruzar el Estrecho sin salir de España
Conservar la integridad territorial para respetar la soberanía nacional

Treinta mil ceutíes han recibido a los Reyes hoy en su ciudad. Una visita esperada y discutida, pero una visita que remarca la españolidad de los territorios nacionales en el norte de África.

Marruecos sigue reclamando estos lugares como suyos, cuando nunca lo han sido. Más de 2000 años los unen a los territorios peninsulares e insulares, para conformar la realidad sociopolítica que hoy llamamos España. Y así es porque estos lugares (junto a Gibraltar) eran clave para controlar el Estrecho, y controlando el Estrecho controlar así el tráfico marítimo entre el Mediterráneo y el Atlántico.

Pero nuestra diplomacia, en vez de reafirmar su españolidad, sigue lanzando mensajes de amistad y comprensión hacia el régimen dictatorial y antiliberal marroquí, que ha retirado a su embajador en Madrid y, que no se nos olvide, lleva décadas atacando aquello que signifique España.

Estos días se celebra el aniversario de la Marcha Verde, aquella utilización de la población civil contra los efectivos militares que controlaban el Sáhara Occidental, a cuyos habitantes dejamos abandonados y que siguen sufriendo el exilio en los campos de refugiados, y que se merecen el respeto a sus derechos de habitar su tierra y su independencia de la opresión marroquí.

Tampoco podemos olvidar la utilización por parte del reino norteafricano de la inmigración, como fuente de conflicto y elemento de presión, haciendo dejadez en su persecución, y más aún, beneficiándose económicamente de la misma.

O de la invasión de territorio español, sí, sí, I N V A S I Ó N, que Perejil no era un simple islote con unas cabras, sino un lugar tan español como el Alcázar de Toledo, el Museo del Prado, o las Islas Canarias.

Porque si renunciamos un ápice a nuestro territorio, es decir, a España, como puede ser Perejil, no tendremos razones para defender el resto de territorios en el norte de África (que no son sólo Ceuta y Melilla, sino también las Islas Chafarinas y los peñones de Alhucemas y de Vélez de la Gomera), ni tampoco el resto de los territorios que forman la nación española.

Por lo tanto, sería el primer paso para aceptar que Cataluña, Vascongadas y otras regiones se pudieran independizar como algunos pretenden, imponiendo la pretensión de unos pocos sobre la del conjunto de los españoles, que son los únicos sujetos de la soberanía (mientras no se cambie la Constitución) y por ello los únicos capaces de decidir sobre la desintegración de una de las naciones más antiguas del mundo.


El precio de la libertad es la eterna vigilancia. Si queremos conservar nuestra libertad, y colaborar en que la libertad se extienda por el mundo, no podemos dejar de luchar por ella, empezando por hacerlo en nuestra casa común, que es España, y con la que muchos (desde dentro y desde fuera) quieren acabar en su actual configuración.